Uno de los factores que afecta nuestra sociedad es que no prestamos atención a la Palabra de Dios, si nos detuviésemos y prestáramos atención al mensaje de Dios, todo cambiaría. Por lo tanto, en el arte de la buena comunicación, tiene que haber alguien que hable palabras que edifiquen.
Con respecto a la comunicación entre los seres humanos la Biblia nos menciona en Proverbios 12:18 que, “hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; mas la lengua de los sabios es medicina”. Toda acción tiene una reacción. Hay situaciones que nos provocan una explosión de ira. Al comunicarnos con otras personas debemos orar y pedir a Dios control y sosiego para evitar herirlas. Un diálogo sosegado aunque el tema sea delicado provocará entendimiento. Si estás afectado emocionalmente, la comunicación no será efectiva, pues “la palabra áspera hace subir el furor” (Proverbios 15:1).
Amados, estamos en medio de una sociedad que ha perdido la capacidad para comunicarse, es necesario el poder compartir los unos con los otros. Cuando dos personas se conocen y comienzan a dialogar encuentran cosas en común entre ambas y se hacen amigas, aprovechan cada instante para hablar, tener comunión y compartir, y es lo que vemos en el libro de los Hechos cuando la Iglesia aprendió a comunicar y a tener comunión los unos con los otros.
El pueblo de Dios tiene una buena comunicación con el Dios soberano, porque a través de Jesucristo se abrió el cielo para nuestras vidas. Pero al transcurrir el tiempo y al llegar al siglo XXI nos damos cuenta que nuestra sociedad está falta de comunicación. Estamos ante una sociedad que se ha descrito como una sociedad o una cultura de violencia, y casi todo lo que se transmite es adverso, negativo, que no produce ningún bien en medio de la sociedad.
La comunicación es un arte y en el arte de la comunicación hay tres elementos fundamentales: 1) Hablar; 2) Escuchary 3) Comprender las cosasporque de qué sirve que hablemos, si no escuchamos o no comprendemos lo que hablamos ni lo que escuchamos. Uno de los factores que afecta nuestra sociedad es que no prestamos atención a la Palabra de Dios, si nos detuviésemos y prestáramos atención al mensaje de Dios, todo cambiaría. Por lo tanto, en el arte de la buena comunicación, tiene que haber alguien que hable palabras que edifiquen.
Cuando un hogar es cultivado por las buenas relaciones, y éstas se mantienen, entonces hay buena comunicación. Cuando los padres se comunican efectivamente con los hijos, cuando el esposo sabe hablar con su esposa, cuando los empleados de una empresa se comunican con los compañeros de trabajo, se desarrolla un ambiente de armonía y respeto mutuo.
En el tiempo que vivimos estamos ante unas situaciones que están afectando la comunicación, día a día estamos viendo unas perspectivas discrepantes en la sociedad en la cual nos movemos y vivimos. Si nos remontamos al pasado recordamos las costumbres tales como cuando la familia se sentaba a la mesa. Pero esas buenas costumbres se han derrumbado, son pocos los hogares que lo practican. Hoy día los hijos salen y la gran mayoría de los padres no saben dónde se encuentran. Cada cual parece caminar por su lado con una vida individualista.
Es triste ver una sociedad que ya no tiene compromiso con Dios. El compromiso principal del hombre es poder darle culto a Dios. El compromiso principal de cada uno de nosotros es poder estar como pueblo alabando y adorando su santo nombre, dándole gracias por el privilegio de la vida que nos concede día a día.
Hay tantas dificultades en la comunicación, diferentes intereses, y lo que vemos mayormente en los hogares es una familia sin calor de hogar, porque los diferentes intereses y compromisos llevan al hombre a pensar en sí mismo; yo primero, yo segundo, yo tercero y si queda tiempo, yo después y no le interesa otra cosa, que su propio bienestar. Pero Dios no es así, Él es un buen comunicador, cuando hizo la pregunta ¿a quién voy a enviar, para que salve el hombre? se escuchó la voz del Hijo y dijo: “Yo voy a ir, porque quiero establecer la mejor comunicación con el hombre”. El interés primario de Dios, era salvar al hombre y bendecir su vida. Por eso es que hay una buena comunicación del cielo a la tierra, porque el mejor comunicador es nuestro Señor Jesucristo. Y el mejor intérprete de la comunicación divina es el Espíritu Santo de Dios.
Cuando vemos las dificultades que están afectando la comunicación en la sociedad en la cual vivimos, nos preocupamos por las perspectivas discrepantes cuando hay diferentes intereses, encontramos que todo esto acontece porque hay temperamentos opuestos que afectan la comunicación. Nunca vamos a encontrar dos personas que piensen igual, siempre habrá diferencias, porque lo maravilloso de Dios es que no nos hizo a todos del mismo molde, ni del mismo color, ni de la misma estatura. Dios hizo una diversidad, porque si todos fuéramos iguales sería monótono. Lo lindo y lo maravilloso de Dios es que cuando Él diseñó al hombre, lo hizo dentro de ese marco de referencia divina conforme a sus propósitos, a su plan, y nos dio una personalidad, nos dio un carácter.
Pero hay una realidad, y es que nosotros los seres humanos tenemos diferentes temperamentos. La psicología dice que cada ser humano tiene su temperamento, unos son muy activos, dinámicos y ligeros, como el Pedro de la Biblia, otros más pasivos, tranquilos y calmados. Unos tienen una capacidad de razonar y de pensar y de hacer las cosas. Otros ven las cosas y no les estremece nada, cada cual tiene su temperamento. Los temperamentos opuestos van a afectar la comunicación porque en este núcleo llamado el matrimonio, el hombre tiene una forma de ser y la esposa tiene otra y cada uno trata de defenderse, utilizando ciertos términos que son como flechas que destruyen las buenas relaciones y la comunicación efectiva.
Una de las flechas que está destruyendo nuestra sociedad es la forma explosiva de hablar a las personas, y a veces hasta en la iglesia nos encontramos con ella. No permita que la violencia afecte su buena comunicación, permita que Dios sane sus heridas, ponga sus cargas delante del Señor. No permita que esta flecha rompa una buena comunicación.
Otra de las flechas que destruye la comunicación es la crítica. Es una de las causas de separación en los matrimonios y las relaciones de familia. Cuando el Señor se encontró con Zaqueo se encontró con un ladrón, pero no le criticó, sino que le dio palabras de vida, no de destrucción, replicó: “Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa”, Lucas 19:5. La crítica produce enemistades dentro de la sociedad, en la familia, en la iglesia y en todo lugar. En el marco social, político y religioso que vive el hombre es necesaria la ética y el respeto para cultivar un ambiente digno donde se manifieste el perdón y la gracia divina.
Otra flecha que destruye la comunicación es el silencio. El silencio no puede ser una flecha que llegue al matrimonio, a un hogar, a una vida, mucho menos debe llegar a la relación entre padres e hijos, o en una amistad, porque ésta será la razón para cortar la comunicación. En la buena comunicación siempre debe existir uno que hable y otro que escuche y puedan comprender la importancia de la sana comunicación. En el arte de la buena comunicación debe haber armonía, no gritos, ni conflictos. Dios quiere que el hombre del siglo XXI aprenda a comunicarse con Él, consigo mismo y con sus semejantes. Para poder alcanzar una comunicación efectiva y saludable es necesario conocer al comunicador por excelencia su nombre es Jesucristo, que por medio de su sacrificio abrió el cielo de Dios para darnos el privilegio de tener comunión con Dios y con nuestros semejantes.
Amados, estamos en medio de una sociedad que ha perdido la capacidad para comunicarse, es necesario el poder compartir los unos con los otros. Cuando dos personas se conocen y comienzan a dialogar encuentran cosas en común entre ambas y se hacen amigas, aprovechan cada instante para hablar, tener comunión y compartir, y es lo que vemos en el libro de los Hechos cuando la Iglesia aprendió a comunicar y a tener comunión los unos con los otros.
El pueblo de Dios tiene una buena comunicación con el Dios soberano, porque a través de Jesucristo se abrió el cielo para nuestras vidas. Pero al transcurrir el tiempo y al llegar al siglo XXI nos damos cuenta que nuestra sociedad está falta de comunicación. Estamos ante una sociedad que se ha descrito como una sociedad o una cultura de violencia, y casi todo lo que se transmite es adverso, negativo, que no produce ningún bien en medio de la sociedad.
La comunicación es un arte y en el arte de la comunicación hay tres elementos fundamentales: 1) Hablar; 2) Escuchary 3) Comprender las cosasporque de qué sirve que hablemos, si no escuchamos o no comprendemos lo que hablamos ni lo que escuchamos. Uno de los factores que afecta nuestra sociedad es que no prestamos atención a la Palabra de Dios, si nos detuviésemos y prestáramos atención al mensaje de Dios, todo cambiaría. Por lo tanto, en el arte de la buena comunicación, tiene que haber alguien que hable palabras que edifiquen.
Cuando un hogar es cultivado por las buenas relaciones, y éstas se mantienen, entonces hay buena comunicación. Cuando los padres se comunican efectivamente con los hijos, cuando el esposo sabe hablar con su esposa, cuando los empleados de una empresa se comunican con los compañeros de trabajo, se desarrolla un ambiente de armonía y respeto mutuo.
En el tiempo que vivimos estamos ante unas situaciones que están afectando la comunicación, día a día estamos viendo unas perspectivas discrepantes en la sociedad en la cual nos movemos y vivimos. Si nos remontamos al pasado recordamos las costumbres tales como cuando la familia se sentaba a la mesa. Pero esas buenas costumbres se han derrumbado, son pocos los hogares que lo practican. Hoy día los hijos salen y la gran mayoría de los padres no saben dónde se encuentran. Cada cual parece caminar por su lado con una vida individualista.
Es triste ver una sociedad que ya no tiene compromiso con Dios. El compromiso principal del hombre es poder darle culto a Dios. El compromiso principal de cada uno de nosotros es poder estar como pueblo alabando y adorando su santo nombre, dándole gracias por el privilegio de la vida que nos concede día a día.
Hay tantas dificultades en la comunicación, diferentes intereses, y lo que vemos mayormente en los hogares es una familia sin calor de hogar, porque los diferentes intereses y compromisos llevan al hombre a pensar en sí mismo; yo primero, yo segundo, yo tercero y si queda tiempo, yo después y no le interesa otra cosa, que su propio bienestar. Pero Dios no es así, Él es un buen comunicador, cuando hizo la pregunta ¿a quién voy a enviar, para que salve el hombre? se escuchó la voz del Hijo y dijo: “Yo voy a ir, porque quiero establecer la mejor comunicación con el hombre”. El interés primario de Dios, era salvar al hombre y bendecir su vida. Por eso es que hay una buena comunicación del cielo a la tierra, porque el mejor comunicador es nuestro Señor Jesucristo. Y el mejor intérprete de la comunicación divina es el Espíritu Santo de Dios.
Cuando vemos las dificultades que están afectando la comunicación en la sociedad en la cual vivimos, nos preocupamos por las perspectivas discrepantes cuando hay diferentes intereses, encontramos que todo esto acontece porque hay temperamentos opuestos que afectan la comunicación. Nunca vamos a encontrar dos personas que piensen igual, siempre habrá diferencias, porque lo maravilloso de Dios es que no nos hizo a todos del mismo molde, ni del mismo color, ni de la misma estatura. Dios hizo una diversidad, porque si todos fuéramos iguales sería monótono. Lo lindo y lo maravilloso de Dios es que cuando Él diseñó al hombre, lo hizo dentro de ese marco de referencia divina conforme a sus propósitos, a su plan, y nos dio una personalidad, nos dio un carácter.
Pero hay una realidad, y es que nosotros los seres humanos tenemos diferentes temperamentos. La psicología dice que cada ser humano tiene su temperamento, unos son muy activos, dinámicos y ligeros, como el Pedro de la Biblia, otros más pasivos, tranquilos y calmados. Unos tienen una capacidad de razonar y de pensar y de hacer las cosas. Otros ven las cosas y no les estremece nada, cada cual tiene su temperamento. Los temperamentos opuestos van a afectar la comunicación porque en este núcleo llamado el matrimonio, el hombre tiene una forma de ser y la esposa tiene otra y cada uno trata de defenderse, utilizando ciertos términos que son como flechas que destruyen las buenas relaciones y la comunicación efectiva.
Una de las flechas que está destruyendo nuestra sociedad es la forma explosiva de hablar a las personas, y a veces hasta en la iglesia nos encontramos con ella. No permita que la violencia afecte su buena comunicación, permita que Dios sane sus heridas, ponga sus cargas delante del Señor. No permita que esta flecha rompa una buena comunicación.
Otra de las flechas que destruye la comunicación es la crítica. Es una de las causas de separación en los matrimonios y las relaciones de familia. Cuando el Señor se encontró con Zaqueo se encontró con un ladrón, pero no le criticó, sino que le dio palabras de vida, no de destrucción, replicó: “Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa”, Lucas 19:5. La crítica produce enemistades dentro de la sociedad, en la familia, en la iglesia y en todo lugar. En el marco social, político y religioso que vive el hombre es necesaria la ética y el respeto para cultivar un ambiente digno donde se manifieste el perdón y la gracia divina.
Otra flecha que destruye la comunicación es el silencio. El silencio no puede ser una flecha que llegue al matrimonio, a un hogar, a una vida, mucho menos debe llegar a la relación entre padres e hijos, o en una amistad, porque ésta será la razón para cortar la comunicación. En la buena comunicación siempre debe existir uno que hable y otro que escuche y puedan comprender la importancia de la sana comunicación. En el arte de la buena comunicación debe haber armonía, no gritos, ni conflictos. Dios quiere que el hombre del siglo XXI aprenda a comunicarse con Él, consigo mismo y con sus semejantes. Para poder alcanzar una comunicación efectiva y saludable es necesario conocer al comunicador por excelencia su nombre es Jesucristo, que por medio de su sacrificio abrió el cielo de Dios para darnos el privilegio de tener comunión con Dios y con nuestros semejantes.
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